A veces usted no va a conseguir lo que quiere por la fuerza.
Ser intransigente, querer imponer su manera, exigir que las personas lo
respeten, hacer una escena cuando ellas no hacen lo que usted quiere…
Hay momentos en los que el uso de la fuerza y la autoridad, para el
que las tiene, es la única opción. Pero antes de eso, está la
diplomacia, el pedido con una sonrisa, la paciencia, el dominio propio,
el espíritu de servir a otra persona en vez de ser servido, la
gentileza, y muchas otras armas de influencia. El maestro de eso fue el
propio Señor Jesús, que hasta hoy conquista millones de personas,
llevándolas a entregarse a Él, sin haber derramado nunca una gota de
sangre de nadie – apenas la de Él mismo.
A veces lo fuerte parece débil – pero sólo él sabe quién realmente es, y por qué está haciendo lo que hace.
Si usted ha intentado algo por la fuerza y no lo ha conseguido, intente la alternativa.
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