La fe inteligente no es un tiro en la oscuridad.
Se cree en lo invisible para tornar posible lo imposible.
Pero es necesario asociar la fe con la imaginación.
La fe es certeza. Sin embargo, es imposible tener certeza de algo que no se imagina.
Soñar, tener visión, profetizar (confesar) o imaginar algo que se
quiere es obra del Espíritu de Dios en Sus siervos y forma parte de la
fe conquistadora.
“Y después de esto derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán
sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.” Joel 2:28
La fe del Espíritu imagina el futuro materializado en el presente. Y se mantiene en ese objetivo hasta su realización.
Por eso, la fe es la certeza de lo que se espera (cosa imaginada), la convicción de lo que no se ve (hechos visibles en el sueño). Hebreos 11:1
No se puede separar la fe de la imaginación.
Alguien irritable, difícil de soportar, quiere cambiar su comportamiento por entero. Quiere dejar de ser temperamental.
Al tomar conocimiento de que la fe en Jesús es capaz de hacer todo
nuevo, inclusive ser una nueva criatura, entonces nace el deseo de
cambiar.
A partir de entonces, imagina la nueva criatura dócil, humilde, alegre y llena de paz.
Después, busca, por medio de la fe, usando sus
recursos: meditación en la Palabra de Dios, oración, ayuno y, sobre
todo, abandono de los pecados.
Esa acción de la fe provoca la reacción del Espíritu Santo para generar en ella la nueva criatura tan soñada.
A partir del próximo día 13 – lunes – estaremos en el 5° Propósito del Ayuno de Daniel.
Serán 21 días de ayuno de toda y cualquier información o
entretenimiento mundano para sumergir el cuerpo, el alma y el espíritu
en el Océano del Espíritu Santo.
Este propósito es solamente para los sedientos, determinados y definidos.
“… mas el que bebiere del agua que Yo le daré, no tendrá sed
jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que
salte para vida eterna.” Juan 4:14
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